generosidad

La generosidad es una virtud, sin duda una de las más preciadas, que implica dar sin esperar nada a cambio. Existe una ley universal que nos dice que todo aquello que entregues con amor será devuelto a tu vida con creces. Lo cierto es que creamos o no en la existencia de una balanza universal, dar genera siempre una sensación de felicidad al ver la sonrisa de otros, al saber que contribuyes en el bienestar de los demás.

Tu bondad puede extenderse y crecer como una ola en el mar y es posible que contribuyas con tu ejemplo haciendo que las personas que te rodean también se vuelvan más altruistas, haciendo de este mundo, un mundo mejor.

¿Quién no quiere estar cerca de una persona bondadosa? La pregunta encierra la respuesta. Una persona entregada, amorosa, irradia felicidad y siempre está rodeada de personas que la aman. Nunca estará sola. No solamente por el hecho de ser buena persona, sino porque implica un desarrollo de la empatía, de nuestra capacidad de ponernos en el lugar de los demás. Por ello, la generosidad fomenta la amistad verdadera.

Muchas personas que tienen un alto grado de empatía, creen que el entorno es capaz de ponerse en su lugar como ellas lo hacen, que son capaces de leer sus mentes o adivinar sus sentimientos. Lo cierto es que esto no siempre es así. Si eres una de esas personas, quizá sea hora de que comiences a expresarte de forma más clara.

Existen algunas limitaciones a la generosidad. Estate muy atento de personas aprovechadas y manipuladoras que usarán tu bondad para su beneficio personal, no entregues al que no es agradecido, ni cuando en el fondo esperas aprobación constante de los demás.

En este mundo competitivo, se ha desarrollado poco este valor tan fundamental, propiciándose el individualismo. No muchas personas son bondadosas. Algunas esconden tras su afable sonrisa segundas intenciones, pero no debes preocuparte por eso, antes o después caerá el velo de la máscara. Por sus obras los conoceréis.

¿Qué opinas? ¿Merece la pena ser generoso?